Sinceridad…
No hay palabra más dolorosa,
ahora y siempre.
Sinceridad
que nos mata,
nos libera de este infierno
para desesperarnos, volvernos locos,
de nuevo,
al mirarnos a los ojos
y ver que lo que más tememos
no ha muerto…
Sigue latente,
esperando….
Y gritamos,
al cielo clamamos
por matar este amor,
este odio,
que nos ata
y nos obliga
a no ser nosotros,
a ignorarnos…
a ser,
como los años pasados,
pese a conocer la verdad…
a ser,
entre nosotros,
falsos.