Pequeña llama fluctuante
que nuestra mirada atrapa
como si del más tierno amante
su baile se tratara.
Cual olímpica antorcha,
impávida se mantiene,
haciendo,sin saberlo, brotar
sueños de chocolates y merengues.
Y cuando al unísono todos soplan,
y se piden deseos, y las luces se encienden,
toda la magia de antes desaparece…
Entonces, alguien la guarda,
en algún cajón oscuro,
consumida, olvidada,
su único sueño, su mundo,
es ser reutilizada,
en algún pastel, aún sólo un minuto…
Volver a ver, de un niño, o un adulto,
la ilusión en su mirada,
y con el soplido, desaparecer con el humo
por el fuego, hacia la nada.
Qué triste K la vida de una vela de cumpleaños… nunca lo habría imaginado
con un solido marchan despacio los sueños y los deseos
triste, como a mí me gustan 😉
quería decir soplido.
y ya puestos, no me dan ninguna pena las velas de cumpleaños usadas de mi caja de velas de cumpleaños usadas. han sido reutilizadas hasta su práctica desaparición, y aún es hora que hayan cumplido un sólo deseo!
Y después del soplido la vela descansa en un cajón, y ya no la usarán más, porque en el próximo cumple comprarán otra.
Me encantó este poema. Muy creativo niña!. Besitosssss. =)