Los dos miraban al cielo, buscando formas a las nubes, cuando habló.
– ¿Tú sueñas? – Preguntó ella, curiosa.
– Claro… Tú… ¿no? – Contestó extrañado él, pues no entendía como alguien podía no soñar.
– No… ¿Y qué sueñas?
– Depende… a veces sueño que vuelo, otras que me como un helado gigante, o que viajo, unas veces son cosas más sencillas y otras, más complicadas. Y de vez en cuando tengo pesadillas. – Ella lo miraba interesadísima, y puso cara de no entender el concepto de pesadilla. – Son sueños malos, tristes o de miedo.
– Ah… – dijo ella, como única respuesta.
– ¿Porqué no puedes soñar? – ahora le tocaba a él preguntar. Le parecía justo saber cosas de ella, aunque fuera cual fuera la respuesta le daría igual, ella seguiría siendo su amiga, su única amiga.
– Bueno… No sé. Supongo que porque no duermo. – No parecía en exceso despreocupada.
– Ah… – dijo él.
– Creo que puede estar relacionado con eso de ser imaginaria. ¿No te parece?
– Claro – dijo él, que ahora lo entendía. – Tiene que ser eso. ¡Te echo una carrera!
Y salieron corriendo hasta el árbol del prado, a ver quién era el más rápido. Obviamente, ella ganó. Era otra de las virtudes de ser imaginaria.
La imagianria era la hija de un sueño.
Me ha encantado el relato
Una amiga imaginaria???
Por supuesto! 😉
Bonito relato! Me ha parecido que encierra mucho sentimiento, aunque puede ser que esté sensible yo hoy u_u
Felicidades! Un saludo!
Gracias Awaken, intenté expresar más de lo que describí en el texto, me alegra que te hayas dado cuenta! 🙂
Ños! Acabo de tener un dejá-vù! Este relato me recordó a una escena de la peli «Despertar a la vida» (frikada-paranoica-filosófica). Claro que no había nubes, ni helados o árboles imaginarios…muy guays el relato! 😉
Espléndido!
Pues yo soy de carne y hueso y no sueño
😦
Que yo sepa todos soñamos, lo que pasa es que unos se acuerdan de lo que sueñan y otros, no 😛
Así que aún puedes mantener la esperanza!
Yo afortunadamente sí sueño, a veces hasta despierto.
Me ha gustado el quiebro que da al descubrir »el pastel». Al principio me han entrado ganas de reír pero enseguida el verdadero trasfondo del asunto me ha devuelto la compostura. Al menos esos amigos no te apuñalan y siempre te escuchan,no?
Sí, los amigos imaginarios siempre están ahí, hasta que creces y entonces eres tú quien se olvida de ellos.
Me ha gustado mucho, sobre todo porque es un cambio de registro que te sienta muy bien 😉