Se pierden los recuerdos en la niebla,
un niño de miles, un barco y un horizonte
desconocido, y la larga travesía, la espera
de quien hace tiempo lo perdió todo
y rezaba para que sus hijos sobrevivieran.
El olvido se los llevó a todos, como la marea
que baña las costas, extrañas, lejanas,
que acogieron un día a los niños de la guerra.
Ahora, la blanca nieve anida en su cabellera,
su mente quiere, pero no recuerda,
sólo su corazón desea, anhela, volver a casa
aunque fuera en una sencilla caja de madera.
Pingback: Bitacoras.com
ese final duele.
Concuerdo con David…ese final duele…
Es un poema lleno de nostalgias y recuerdos de los que ya no estan…y los que estan sin recordar…
Me agrado a pesar de su tristeza.
Saludos cordiales.
Elhiren
http://www.elhiren.wordpress.com
David, la historia tiene a veces esa consecuencia, que duele. En su momento nadie quiso a esos niños, y ahora quedan muy pocos que recuerdan lo que pasaron.
Elhiren, 🙂 te digo lo mismo que a David, al menos intenté poner mi granito de arena, me alegra que te gustara. ¡Gracias por la visitilla!
Cada niño es una historia en sí mismo. La historia, no es como los cuentos, no tiene finales felices, solo puntos suspensivos.
diría más: Los finales felices de la historia de alguno son los tristísimos para los muchos.
Tienes toooda la razón…
Me ha encantado el poema…