Extender la mano
con temblorosos dedos
que no logran alcanzar el consuelo
de conseguir lo anhelado.
Quizá, abrir los labios
saboreando lo que no llega a la garganta,
un trago exquisito e imaginario.
Cerrar los ojos, sentir unas pestañas
que son ajenas, que caminan los párpados
creando invisibles telas de araña.
Y así, el cuerpo abre sus ventanas,
inspira el novedoso aire
de una desconocida mañana.
Que estaba ahí, expectante,
esperando un momento, un instante,
para abordar a quien tiene las defensas bajadas.
Y así, se mezclan juguetones los alientos,
descubriendo, cada vez, un mundo distinto,
donde no entran en juego miedos o prejuicios,
descubriendo, a cada latido, un universo.
Que hermoso… ¡¡bravo!!
Recuerdo una noche… su aliento en mi cuello y yo sin poder dormir.
Muah!
Hermosos versos que nos hablan de deseos y tentaciones. Me gustaron.
«el cuerpo abre sus ventanas…»
«se mezclan juguetones los alientos…»
Muy bueno, srta poeta!
Besos.
Vani.
Disimuladamente erótico… Bellísimo ! 🙂
«descubriendo, a cada latido, un universo» un cierre que te deja boquiabierto 🙂