La resaca le asaltó antes incluso de abrir los ojos. Él seguía tendido, movía los párpados, señal inequívoca de que despertaría en breve, no le iba a dar tiempo de salir sin que se diera cuenta. Cerró los ojos y relajó su respiración, técnica que habría aprendido con la práctica, pareciendo que dormía plácidamente.
Dio gracias cuando empezó a escuchar el ruido del hombre recogiendo la ropa y saliendo disparado por el pasillo, se le escapó una sonrisa cuando chocó contra la estantería, seguramente en un intento de ponerse los pantalones sin dejar de caminar.
Prometió no volver a mezclar vodka y tequila, era su propósito de todos los sábados. Suspiró, los domingos llegaba a otras conclusiones, como tirar a la basura los boxer acumulados en el último cajón de la cómoda.
¡Chacha! Que tengo el mismo diseño que tú de bitácora. Aunque no lo creas, acabo de caer ahora que te visitaba. Lo único que al tener mi propio hosting he modificado cosas.
Por cierto, estuvo muy bien la reunión bloguera, a ver si un día nos vamos al guincho o al bote y de paso nos picamos algo -lo digo porque sale más barato que comer algo allí en el monopol-. El guincho y el bote, qué recuerdos…
Al tema: podrías hablar de un hombre o una mujer, porque el género no queda claro, así que sin la foto no hay un «prota» explícito. Una mujer resacada que colecciona boxers. Me gusta que vuelvas a los minirelatos porque es una dinámica que mola. ¿Sabes que estoy impartiendo un taller de cuentos o relatos breves? En la revi, si cuando acabe lo compilo en pdf te lo paso. Un besoteeeeee.
Me pregunto: cuántos boxers míos habrán repartidos por esta isla. 😀 😀 😀 😀 😀
yo quiero que me entierren con los tangas del último cajón de la cómoda
¿Te refieres a los que te pones los sábados por la noche cuando nadie te ve? 😛
xactamente
Vittt, tú siempre tan intrépido 😉