Desde que tengo recuerdos hay dos cosas que siempre han ido de la mano: Mi hermano y los aviones.
Sí, sé que no es un post típico pero me apetecía contarlo. Desde pequeña mi hermano ha sido un amante de los aviones, tanto es así que a día de hoy es piloto y siente la misma pasión y el mismo amor por volar.
De niño, antes de nacer yo, se escapó en medio de un parque y se puso a hablar con un señor en una terraza, sobre aviones claro, porque había visto no se qué que identificó como que el caballero era piloto (y tenía razón). Siempre ha tenido sus habitaciones llenas de fotos, escudos de escuadras, mapas aeronáuticos, etc. Incluso sintonizaba la radio de la torre de control del aeropuerto de Lanzarote para escuchar como aterrizaban y despegaban los objetos de sus anhelos. En el coche jugábamos a ser pilotos: él era el comandante y yo su segundo. Me enseñó a distinguir cada cosa de una cabina e incluso a saber qué avión estaba viendo. De hecho, si la vida fuera como una de esas películas, sería capaz de volar en esa situación donde los pilotos han muerto y salvaría la pana yo solita.
Mucha gente dice que mi hermano es serio y un poco frío, y que yo digo que se equivocan porque simplemente es quien es, y la sangre tira. Simplemente creo que no saben mirar, porque aún con lo adusto que puede llegar a ser, si te fijas, sus ojos tienen un brillo apasionado, lleno de vida.
Y ojo, no es que nos hayamos llevado siempre perfectamente. De hecho, me echaba de su habitación hasta en sueños, y cuando éramos más pequeños y yo empezaba a montar en bici, se quejaba de que era muy lenta. Y así, suma y sigue, somos hermanos, es normal.
Sin embargo, siempre me ha apoyado, él es mi benefactor, un mecenas de la historia que poco a poco me ha llenado las estanterías de libros de Egipto, por ejemplo, traídos desde muchos de los países que ha visitado. Y es que es el mejor ejemplo: Si realmente deseas algo con todas tus fuerzas, lucha, lucha, y lo conseguirás (Convicción que sin duda ha heredado de mi madre, que creo que es para él lo que él para mí). Y aunque parezca que tu situación es complicada, te sentirás completo al estar haciendo lo que realmente quieres, y nada ni nadie podrá convencerte de lo contrario. Incluso comprende mis frikadas y mis chistes estúpidos, de los que nadie más se ríe (una prueba clara de que compartimos genes, cosa que muchos han dudado al vernos).
Otra de sus pasiones: la fotografía. Algo que tenemos en común los dos, aunque la haya desarrollado mucho más. Se levanta antes de que el Sol decida amanecer y prepara sus enseres con mimo para hacer fotografías como la que encabeza la entrada, y que ha sido seleccionada como foto de la semana en Aviation Corner. De hecho, esos momentos en los que estamos él y yo, en medio de un descampado, con el objetivo en ristre y el viento golpeándonos, son perfectos. Y podría dar mil razones, entre ellas el hecho de que no haya nadie más, simplemente estar, a sabiendas de que nos queremos como somos, y que ambos sentimos un profundo respeto y admiracióm por el otro.
En pocas ocasiones puedo decir que tengo un concepto como el de familia claro, éstas, otras muchas, me ayudan a saber que pese a las diferencias, que son muchas (como que somos la noche y el día), pese a la distancia que durante tantos años nos ha pesado como una losa, pese al tiempo que pasamos separados, él es una de esas personas con las que me siento realmente cerca.
Y que siga volando, por dentro y por fuera, que yo siempre miraré al cielo buscando su estela y creando la mía propia.
Recuerda que la distancia no la hacen las millas náuticas, sino los sentimientos, y así, me tienes en la habitación de al lado.
Ya que una vez más me has dejado sin palabras, volveré a refugiarme en las imágenes, que me son más cercanas.
Te quiero chinija 🙂
Ains! 🙂