Es cuando me dejas,
cuando la luna está en lo alto
y tú, mi señor, no estás a mi lado…
Cuando veo, sin remedio, como te alejas.
Es cuando mi cuerpo te busca,
desesperado clama tu presencia,
cada músculo, cada poro, te anhela…
Y no te encuentra,
le ahoga tu ausencia,
tu simple, brusca,
ausencia de mí.
Y en las pesadillas domina
el terror de no poder,
de no volver, jamás,
a saborear tu néctar
sobre mi boca,
a sentir el abrigo
de tu abrazo
cuando me tocas.
A soñar contigo,
despertar,
y hundirme en el abismo
de tus ojos
para toda mi eternidad.